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Miembros de Pussy Riot son sentenciadas a prisión en ausencia por actuaciones contra la guerra, con una resolución que se emite sin su presencia física ante el tribunal. La decisión judicial castiga intervenciones artísticas de carácter político realizadas en espacios públicos y de espectáculos, y se apoya en cargos derivados de su postura crítica. El fallo, al dictarse en rebeldía, complica el ejercicio de defensa directa y plantea consecuencias penales para quienes permanezcan fuera del país o eviten presentarse. La condena subraya la tensión entre expresión escénica, protesta y sanción estatal sobre mensajes abiertamente antibélicos.